53. Soñé que volvía a los caminos, pero esta vez ya no tenía quince años
sino más de cuarenta. Sólo poseía un libro, que llevaba en mi pequeña
mochila. De pronto, mientras iba caminando, el libro comenzaba a arder.
Amanecía y casi no pasaban coches. Mientras arrojaba la mochila
chamuscada en una acequia sentí que la espalda me escocía como si
tuviera alas.
Roberto Bolaño
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