Los días soleados no son
para mirarlos en los cuadros
de Turner o de Monet.
Los días soleados son
para desintegrarlos uno mismo
con la velocidad de los pestañeos
y esperar las estrellas
que junto con los enamorados
aparecen sobre los balcones.
¿Cuántos serán los chicos
que por enamorar a una chica
cometen el fatal error
de regalar una estrella?
Las estrellas nunca tendrán dueño,
brillan y demuestran su independencia.
Antes de la revolución francesa
nacía una estrella.
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