Escuché la historia de un tipo llamado Jesús en una radio reloj que encontré un día en un armario de mi casa. Sólo sintonizaba radios en estaciones AM. Ahí también escuché esas canciones que suele hacer sonar mi abuelo desde esos discos negros que parecen platillos voladores.
El narrador de sus aventuras era un tipo de una voz ronca con la que siempre hacía énfasis en los momentos más trascendentales y con la que también hacía referencia al fin de los tiempos, tomando trozos de la historia que contaba.
Jesús era un tipo tranquilo y simpático, tenía 12 amigos que lo seguían a todas partes. No sabía nadar, por eso caminaba sobre el agua y era como una especie de farmacéutico milagroso para las personas. Era un buen tipo.
Luego de escuchar tan interesante historia de aventura y tragedia, llegué a una conclusión muy importante en mi vida: Cuando me muera, quiero que un tipo con una voz como esa cuente mi historia.
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