Viajamos por seis días recorriendo el desierto en una mini van que en muchas ocasiones me recordó al joven Kerouac recorriendo el "road" que lo convirtió en un ídolo.
La caminata en el Valle de la luna o la zambullida en la laguna Cejar son cosas que me hicieron sentir una conexión que ya creemos olvidada entre la naturaleza y nosotros, el desierto es como un gran vientre maternal, te acoge y te relaja.
El lenguaje del desierto: el silencio.
"Volviendo de los Geisers del Tatio"